Tensión: dícese
de aquel Estado anímico de excitación, impaciencia, esfuerzo o exaltación producido
por determinadas circunstancias o actividades.
Tensión: dícese
de aquel estado anímico o sensación que han sentido todos y cada uno de los
aficionados del Perfumerías Avenida presentes en la tarde del sábado en el
pabellón de Würzburg, que incluye síntomas tales como el estar al borde del
infarto y una mezcla de sensaciones que a punto han estado de acabar con la
paciencia y los nervios de más de uno.
Para un día, después de una larga temporada de lluvias, en
el que en Salamanca lucía el sol en todo en su esplendor y la temperatura
acompañaba, unos cuantos ilusos (cerca de 3000, iluso arriba, iluso abajo) nos
fuimos a “disfrutar” a Würzburg, por aquello de pasar la tarde y tal (Risas.
Fundido a negro. Aplausos). Al menos esa era la película que nosotros nos
habíamos montado, pero debe ser que a las protagonistas de la misma no les
gustaba del todo el guión, y decidieron cambiarlo.
A los que nos gustan las emociones fuertes (en cuanto a ver
deporte se refiere, no se vayan a pensar ustedes que yo…), lo pasamos bien. No
estuvo mal ese cambio de expectativas, ese trasiego desde la previa alegría
hasta la tensión, esa palabra que ha definido la tarde perfumera.
Tensión al ver como el equipo comenzaba por detrás en el
marcador (pi, pi, pi). Tensión al ver como las tablas campeaban en el marcador
al acabar el primar cuarto (pi, pi, pi). Tensión al ver como el equipo perdía
de uno al descanso (pi, pi, pi, pi). En los quince minutos de rigor, a coger
aire (pi, pi, pi). Y en el segundo tiempo, más tensión. Tensión al ver como el
Spar UniGirona llevaba el ritmo del partido (pi, pi, pi), tensión al ver como
se acercaba el final y el conjunto gerundense se ponía por delante (pipi, pipi,
pipi, pipi, pipi). Máxima tensión al ver como entrábamos en el último minuto y
se seguía perdiendo (pipipi, pipipi, pipipi). Tensión al ver como el conjunto
charro, a diez segundos del final, estaba por delante, por un solo punto
(piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii). Y relajación al ver como sonaba la
bocina final y habíamos ganado. 60-57 (Risas. Fundido a negro. Aplausos.
Desfibrilador).
No vamos a negar que así las victorias saben mejor, pero,
por favor, pedimos clemencia, ya que a Würzburg va gente con una cierta edad,
y, si esto sigue así, los partidos pueden acabar en disgusto para más de uno.
Eso sí, ya fuera de bromas, la verdad es que merece la pena
sufrir de esta manera con tal de pasar una bonita tarde salmantina en el
pabellón donde los sueños se hacen realidad, rodeados de la marea azul, viendo
al Perfumerías Avenida, un equipo que, cuando juega, nos late el corazón
(aunque a veces, como ayer, se nos pare).